Lo que no se nombra sencillamente no existe, no es. El lenguaje nos ayuda a transmitir el pensamiento y la ideología, genera ideas las construye y conceptualiza; también las destruye.
No voy a convertir este breve artículo en polémica sobre el lenguaje, o sí, quizás la polémica cumpla en este caso su objetivo de hacernos tomar partido y posicionarnos, así que a este trapo voy a entrar.
Ha suscitado todo tipo de comentarios el “miembras” de la Ministra Bibiana Aido; y aunque es verdad que la palabrita no está reconocida como tal por la Real Academia Española de la lengua, también es verdad que la RAE no es precisamente el paradigma de la agilidad a la hora de incorporar nuevos vocablos aunque sean usados habitualmente ni ágil en quitar aquellos que ya no se usan o no se deberían usar por sus sexistas o discriminatorias acepciones. Sirvan como ejemplo de lo anterior que las palabras médica, jueza o alcaldesa, entre otras, tiene aún el significado según la RAE de “la mujer de…” el médico, el alcalde o el juez; y no así al contrario. Por otra parte que una Señora Ministra de Igualdad haga un esfuerzo por utilizar un lenguaje no sexista en el que todas las personas sean nombradas e identificadas me parece lo mínimo que en su cometido debe hacer, por lo tanto y a pesar de la RAE, ‘chapó’. También tildaron de ignorante a la primera mujer que defendió el femenino a la hora de nombrar a algunas profesionales como los ejemplos anteriores, o la primera vez que tuvimos una ministra y no una ministro.
Nuestro lenguaje es lo suficientemente rico como para ofrecernos alternativas, pero la utilización no sexista del mismo no supone inflación de palabras; es necesaria aunque no haya mala intención; no coarta ni limita la riqueza del mismo y aunque hay cosas muy importantes por las que luchar, esta es una de ellas.
Acabo de asistir en Córdoba a las III Jornadas Andaluzas de Mujeres y Salud que bajo el título “el bienestar psicológico bajo una perspectiva de género” ha profundizado en las causas de las enfermedades mentales y los padecimientos psicológicos que presentan las mujeres. Una de las conclusiones más interesantes de dicho encuentro ha sido el hacer visible que la negación y la ocultación de las mujeres constituye ya en sí uno de las principales fuentes generadoras de angustia y ansiedad; y que tomar lo masculino como medida de lo humano a lo largo de la historia ha supuesto ocultar a las mujeres en todos los ámbitos. El lenguaje nos nombra, y lo que se nombra existe por sí.
Toñi Asencio
martes, 17 de junio de 2008
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