
Me habla una chica de 14 años que dice tener una relación estable, aunque sólo lleva con él dos meses, toda la estabilidad que da el comenzar la adolescencia. Está absolutamente convencida de que pasará el resto de su vida con ese chico y no duda ni por un momento en entregarse en cuerpo y alma a esa relación. No admite peros ni advertencias, así es su amor de absoluto.
Me habla una mujer de 37 años que acaba de terminar una relación que ella creía estable pues llevaban juntos más de 10 años. Desencantada y desgarrada por el dolor, porque el desamor duele, duele como duele un engaño o un fracaso, duele como una herida en el alma, difícil de cicatrizar. Aún se siente bloqueada y piensa que no lo va a poder superar, no se ve iniciando una nueva vida y ni de lejos piensa en volver a tener otra pareja.
Me habla una mujer de 45, serena y reflexiva, viene de vuelta de muchas cosas, aún así se ha dejado sorprender por la vida que le ha regalado una nueva ilusión. Me habla con pasión y cordura, su vida se reinventa y siente que renace, a estas alturas no da un beso por perdido.
Me habla mi madre de 70 y muchos, me dice ‘hija disfruta del día de hoy, de las pequeñas alegrías cotidianas y no hagas muchos planes para el futuro’. El amor eterno tiene sus trampas, pero también tiene sus razones.
Toñi Asencio
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