viernes, 6 de junio de 2008

Amor Eterno

Nuestra vida se va haciendo a modo de retazos y afortunadamente ya no es monocorde ni monocolor. Será que me ha inspirado la primavera o que hoy me encuentro especialmente optimista, lo cual dado los tiempos que corren es poco menos que una temeridad. Pero es que acabo de leer un informe en el que se asegura que la mayoría de las mujeres españolas siguen apostando por un amor “para toda la vida”. Así es sin duda, pero nuestra vida es mucho más flexible que la de nuestras madres, no digamos que la de nuestras abuelas, tiene más vertientes y en ocasiones nos despeñamos por una de esas vertientes y caemos al vacío. Que el amor para siempre existe es cierto, tengo pruebas de ello, pero que el concepto de “amor eterno” tiene en la actualidad muchas anotaciones al margen también.

Me habla una chica de 14 años que dice tener una relación estable, aunque sólo lleva con él dos meses, toda la estabilidad que da el comenzar la adolescencia. Está absolutamente convencida de que pasará el resto de su vida con ese chico y no duda ni por un momento en entregarse en cuerpo y alma a esa relación. No admite peros ni advertencias, así es su amor de absoluto.

Me habla una mujer de 37 años que acaba de terminar una relación que ella creía estable pues llevaban juntos más de 10 años. Desencantada y desgarrada por el dolor, porque el desamor duele, duele como duele un engaño o un fracaso, duele como una herida en el alma, difícil de cicatrizar. Aún se siente bloqueada y piensa que no lo va a poder superar, no se ve iniciando una nueva vida y ni de lejos piensa en volver a tener otra pareja.

Me habla una mujer de 45, serena y reflexiva, viene de vuelta de muchas cosas, aún así se ha dejado sorprender por la vida que le ha regalado una nueva ilusión. Me habla con pasión y cordura, su vida se reinventa y siente que renace, a estas alturas no da un beso por perdido.

Me habla mi madre de 70 y muchos, me dice ‘hija disfruta del día de hoy, de las pequeñas alegrías cotidianas y no hagas muchos planes para el futuro’. El amor eterno tiene sus trampas, pero también tiene sus razones.
Toñi Asencio

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