Soy de los que piensan que lo pasado, tanto si es bueno como si es malo, es algo que solo debe ser recordado, si es malo, para saber que es un error que uno nunca debe volver a cometer y, si es bueno, para animarse y seguir.
No entiendo muy bien que quiere decir el nombre que se le ha dado a la ley, la Historia abarca muchos siglos y, además, depende en gran medida de quien la cuente y como se cuente. Aún mas, siempre habrá algunos que quieran ir mas allá de lo que se pretende. Por ello creo que desde el Gobierno se está teniendo bastantes dosis de prudencia, quizás excesivas cuando se escucha las pretensiones de algunos de los afectados.
Me parece lógico, y de lo más humano, que todos aquellos que perdieron a sus seres queridos, quieran saber donde están sus restos, para poderlos enterrar en una tumba digna, con una lápida en la que esté escrita sus nombres y apellidos. Si esto es la Memoria Histórica, estoy totalmente a favor de ella.
Lo que no puedo entender es que la derecha de siempre y algunos sectores de la Iglesia Católica se opongan a esto, me parece algo increíble que se le pueda negar a alguien que entierre a sus muertos en un lugar digno.
Una de las razones que se aduce es que durante la transición democrática, se llegó al acuerdo de cerrar las heridas de la Guerra Civil, de pasar página. Se hizo estupendamente, no cabe la menor duda que se fue claro de ideas, y a la vista está que este país ha caminado con paso seguro hacia la modernidad, y que ha experimentado un cambio tan enorme que, como en su día dijo Alfonso Guerra, ya no lo conoce ni la madre que lo parió.
Pero una cosa es pasar página a nivel político y muy otra es que, los que durante cuarenta años han tenido que permanecer callados, sin poder preguntar donde están sus familiares asesinados por haber pertenecido al bando Republicano, ahora lo soliciten.
Las barbaridades y asesinatos se cometieron desgraciadamente en ambos bandos, la diferencia estriba en que los que pertenecieron al bando ganador tuvieron una sepultura digna y un reconocimiento social. Los del otro, los del perdedor, no piden ese reconocimiento social ni la búsqueda de los culpables, solo piden la dignidad de la sepultura. Pero claro, para ello primero tendrán que saber donde están.
Otra cosa muy distinta es que, como alguno pretenden (menos mal que pocos), nos viéramos inmersos en un empezar a tratar de enjuiciar lo sucedido y sentar en el banquillo a los responsables, la mayoría de ellos ya desaparecidos. A 70 años de que ocurriera ni sería bueno ni tendría sentido.
No se que es lo que pretende el Juez Garzón, si es que el Gobierno ponga todos su medios para la localización de los desaparecidos, me parece muy bien. Lo que me causa repulsión es que, todos esos que se dan golpes de pecho, arremetan contra él de forma desproporcionada y pretendan tapar todo.
No entiendo muy bien que quiere decir el nombre que se le ha dado a la ley, la Historia abarca muchos siglos y, además, depende en gran medida de quien la cuente y como se cuente. Aún mas, siempre habrá algunos que quieran ir mas allá de lo que se pretende. Por ello creo que desde el Gobierno se está teniendo bastantes dosis de prudencia, quizás excesivas cuando se escucha las pretensiones de algunos de los afectados.
Me parece lógico, y de lo más humano, que todos aquellos que perdieron a sus seres queridos, quieran saber donde están sus restos, para poderlos enterrar en una tumba digna, con una lápida en la que esté escrita sus nombres y apellidos. Si esto es la Memoria Histórica, estoy totalmente a favor de ella.
Lo que no puedo entender es que la derecha de siempre y algunos sectores de la Iglesia Católica se opongan a esto, me parece algo increíble que se le pueda negar a alguien que entierre a sus muertos en un lugar digno.
Una de las razones que se aduce es que durante la transición democrática, se llegó al acuerdo de cerrar las heridas de la Guerra Civil, de pasar página. Se hizo estupendamente, no cabe la menor duda que se fue claro de ideas, y a la vista está que este país ha caminado con paso seguro hacia la modernidad, y que ha experimentado un cambio tan enorme que, como en su día dijo Alfonso Guerra, ya no lo conoce ni la madre que lo parió.
Pero una cosa es pasar página a nivel político y muy otra es que, los que durante cuarenta años han tenido que permanecer callados, sin poder preguntar donde están sus familiares asesinados por haber pertenecido al bando Republicano, ahora lo soliciten.
Las barbaridades y asesinatos se cometieron desgraciadamente en ambos bandos, la diferencia estriba en que los que pertenecieron al bando ganador tuvieron una sepultura digna y un reconocimiento social. Los del otro, los del perdedor, no piden ese reconocimiento social ni la búsqueda de los culpables, solo piden la dignidad de la sepultura. Pero claro, para ello primero tendrán que saber donde están.
Otra cosa muy distinta es que, como alguno pretenden (menos mal que pocos), nos viéramos inmersos en un empezar a tratar de enjuiciar lo sucedido y sentar en el banquillo a los responsables, la mayoría de ellos ya desaparecidos. A 70 años de que ocurriera ni sería bueno ni tendría sentido.
No se que es lo que pretende el Juez Garzón, si es que el Gobierno ponga todos su medios para la localización de los desaparecidos, me parece muy bien. Lo que me causa repulsión es que, todos esos que se dan golpes de pecho, arremetan contra él de forma desproporcionada y pretendan tapar todo.
Julio Braña
1 comentario:
Comparto gran parte de la filosofía de su artículo. Sabemos que es un tema tremendamente delicado y susceptible, y también porque no se perjudique a no sé qué interés general, aunque no por ello se deban esconder las vergüenzas al estilo de ciertos tabús morales y sociales que tanto caracterizan a una sociedad marcada por la sufrida resignación y la represión autoritaria de la Iglesia católica. Las heridas no se cerraron como correspondían dada la necesidad y urgencia por cambiar de régimen de una vez, y ya es hora de hacerlo y pasar definitivamente página. Como bien dices sólo es un intento de recuperar los restos de los asesinados y poder ubicarlos con dignidad para el recuerdo eterno de sus familiares y amigos, con lo que ello conlleva de reconocimiento para las victimas y de condena para los culpables. Y que con el tiempo nadie venga a intentar negarnos que aquello pasara de verdad.
Salud.
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