EN Cádiz somos mulos de reata. Cuando nos ponemos no paramos. Si nos da por algo somos capaces de dejar lo que sea y no parar. Si hacemos barbacoas, libro Guiness. Si carnaval, todo el año. Si Semana Santa, palidece Sevilla. Si playa, cuatro meses. Si Bicentenario, hasta aburrir. Es un no parar. Somos cansinos, jartibles, fatigas. No paramos. Y ahora nos ha dado por la piqueta. Como si hubiera llegado Rosario la Dinamitera vamos a tirar todo edificio sospechoso que se nos ponga por delante. La cosa empezó con la operación plaza de Sevilla, donde hay que tirar tres edificios, aunque el único que ha merecido atención ha sido el de la Aduana. Gran pelea de papel y al final no parece que el derribo sea cercano. Igual ni se hace. Luego le tocó el turno a la antigua Escuela de Náutica, en La Caleta , edificio singular y destacado en todas las guías de arquitectura que parece que se ha beneficiado de un regate político de última hora con lo que vamos a conservarlo, si Derribos Aragón no lo remedia. Ahora es el momento de la Caja Nacional, Cuartel de la Policía Nacional y Audiencia Provincial, propiedad de la Diputación. Parece que el proyecto municipal es tirar los tres y la Corporación Provincial quiere conservar el suyo. En vez de ponernos a construir nos hemos puesto a diseñar cómo tirar lo construido. Es una originalidad : al menos se nos conocerá en toda España por los edificios que van al suelo. Algo es algo. Si todo se lleva a cabo con rapidez, lo que no parece probable, Cádiz parecerá Beirut , toda llena de escombros. Eso sí, la Ciudad de la Justicia, el hotel de Valcárcel, el Nuevo Parador, el Nuevo Hospital , los nuevos usos de la antigua Cárcel Real, el Centro Cultural de los Depósitos de Tabaco y demás proyectos van con una lentitud pasmosa, algunos quizás corren incluso el peligro de proseguir su camino ante la crisis económica , problemas urbanísticos o en el pago del IVA , que de todo hay. Tengo para mí que al final no se va a tirar ningún edificio. Para que se derriben hace falta indemnizar a sus propietarios y buscar nuevos edificios donde ubicar los servicios que se prestan en los actuales , algo que no parece fácil en una ciudad con tan poco suelo. Eso sin contar lo complicado que es tirar cualquier edificio en España. Para impedirlo no hace falta ni declarar un BIC.
Fernando Santiago
viernes, 26 de septiembre de 2008
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